Hoy, aunque la tormenta no haya
pasado, ha salido el sol para alumbrarnos, para infundirnos valor. Nos toca
pasar una temporada difícil en la que, tal vez, el Universo ha querido detener
el tiempo; dejarlo en pausa. Quizá tenga sus motivos, quizá su único deseo sea
hacernos reflexionar y volver a colocar las cosas en su sitio.
De repente, todo se paraliza como
si el mundo formara parte de una película en la que alguien cogió el mando de
la televisión y la pausó. Esto conlleva a que la contaminación, que estaba
llegando a límites alarmantes, empiece a disminuir y de esta forma se va
limpiando el aire que respiramos.
El tiempo, infravalorado, reclama
su lugar. ¿Cuántos no dejamos un espacio para estar con los nuestros, para
reflexionar sobre nosotros mismos, para descansar y relajarnos? Estamos siempre
en busca de algo que nos ocupa todas las horas del día; centrados en nuestros
trabajos o en nuestras ambiciones. Tal vez, nos hayamos olvidado de lo que
significa tener tiempo libre, sin agendas, sin objetivos impuestos o marcados.
¿Nos exigimos demasiado?
Ahora es el momento para sentarse
a reflexionar, quizá el Universo nos está pidiendo que lo hagamos. Es posible
que llevara mucho tiempo pidiéndolo a gritos, pero no lo escuchábamos.
Intentemos sacar “algo positivo” de todo esto. Pensemos en cómo está mundo, en
qué está pasando, dediquemos tiempo a nuestras familias y a nosotros mismos. Recemos
porque todo esto acabe pronto y por todas las personas que nos están abandonando
y a las que esta maldita pandemia está arrebatando la vida.
Ahora es tiempo de valorar
pequeñas cosas que quizá estaban quedando en el olvido o estaban dejando de
tener una importancia que realmente tienen: el contacto, las demostraciones de
cariño, un abrazo, una caricia. Este virus nos obliga a vivir en la distancia y
la frialdad.
También nos obliga a permanecer en
casa junto a nuestros seres queridos y darnos cuenta de la importancia que
tienen. Muchas veces pensamos que podemos postergar las reuniones con nuestros
familiares o las muestras de afecto; una conversación y no le damos el lugar
que les corresponde porque llevamos por bandera el lema “no pasa nada, si ahora
no tengo tiempo ya será en otra ocasión” y seguimos centrados en nuestras
cosas. Ahora, las familias están obligadas a reunirse, a permanecer juntas, sin
salir. Los padres y las madres tienen que volver a crear ese núcleo familiar en
el que sentirnos bien, tienen que ayudar a sus hijos a llevar los estudios
desde casa e incluso compaginarlo con sus respectivos trabajos también desde
casa. Aprovechad para estar juntos como cuando antiguamente se reunían
alrededor de la chimenea y gastaban el tiempo en largas conversaciones, en
reflexiones, en juegos. Reíros juntos que hace mucho bien. Démonos cuenta de lo
que tenemos y prioricémoslo. Hay muchas actividades que hacer que habíamos
olvidado que existían. Démosles este tiempo.
¡ÁNIMO!
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