Hoy quiero hablaros de una película
del 2006 que vi este fin de semana. Se trata de Click de Frank
Coraci protagonizada por Adam Sandler y Kate Beckinsale. Este
largometraje está clasificado como comedia y fantasía. Y, la verdad, es que si
decidís visionar la película, daréis unas cuantas carcajadas.
Cuando la elegí, atraída por la idea
de qué situaciones cómicas podrían ocurrirle al protagonista al comprar un mando
universal que podría incluso bajar el volumen de los aullidos de su perro, no
sabía que terminaría por sorprenderme casi al final dando un rumbo mucho más
allá de la comedia. Y es que ahí donde en la sinopsis solo veis lo que a
continuación os pongo, la película es mucho más que esto:
Michael es un arquitecto que trabaja
demasiado y apenas tiene tiempo para su mujer Donna y sus dos hijos. Después de
una larga noche de trabajo y, tras buscar sin éxito el mando del televisor,
Michael decide ir a comprar un mando universal que le valga para manejar todos
los aparatos de la casa.
Fábula con formato de comedia en la
que Adam Sandler da vida a un estresado arquitecto sin tiempo para su familia.
La solución a sus problemas le llega con un mando a distancia que le permitirá
controlar su vida: desde avanzar o retroceder en el tiempo, hasta bajar el
volumen de los ladridos de su perro.
Mucho más allá de las situaciones
disparatadas que Michael vive al usar el mando universal, (con las que la risa
está dosificada), se oculta un mensaje emotivo: la familia es lo primero. Todo
lo que en un principio parece ser pura “diversión y comedia” (lo cual cumple
bien con su premisa porque da al espectador lo que ha imaginado), termina convirtiéndose
en “drama” donde el personaje protagonista evoluciona y vemos cómo su arco de
transformación se despliega hasta llegar a su culmen al descubrir que su vida
ha quedado manipulada por un mando que solo acata las órdenes que en su día él
le dio, arrebatándole la vida por completo sin dejarle opinar o vivir los
momentos más importantes de su familia. El mando entendió que para Michael, el
protagonista, lo único importante era el trabajo y era a lo único que le
dedicaba su tiempo sin acelerar las horas, por lo que dejó de discutir,
de ir al trabajo en coche, de vestirse, ducharse, ponerse enfermo, tener relaciones
con su mujer y un largo etcétera. De esta forma, el mando pasa los años
rápidamente, hasta incluso de diez en diez, para que Michael solo viva sus
momentos de gloria al ascender en su puesto de trabajo, perdiéndose la muerte
de su perro, su divorcio, el crecimiento de sus hijos, etcétera.
Es entonces cuando Michael se entera
de la muerte de su padre y de que se la perdió y no pudo despedirse de él. Aquí,
Michael (y también el espectador) descubren que el hombre que le había vendido
el mando universal es en realidad el ángel de la muerte.
Aquí claramente es cuando me doy
cuenta de que, en realidad, el largometraje parece ser una versión novedosa del
clásico Cuento de Navidad (A Christmas Carol) de
Charles Dickens. Una versión cómica y tecnológica que le muestra el pasado, el
presente y el futuro a Michael a través de un mando universal que incluso
incluye comentarios a cada momento de su vida con un cómico narrador que se
burla de sus hazañas. Siempre acompañado de ese hombre misterioso que resulta
ser un ángel de la muerte y cuya finalidad, igual que el famoso cuento,
es mostrarle a Michael el terrible final que le espera si sigue dando más prioridad
a su trabajo y ascenso profesional que a su familia. El ángel, tal y como
ocurre en el famoso cuento, le muestra a Michael su muerte, pero es en ese
momento en el que el protagonista decide cambiarlo todo, arrepintiéndose de sus
errores y valorando lo que tiene. Corre tras su hijo, a pesar de saber que si
lo hace morirá, para decirle que no debe anteponer el trabajo a su
familia, que la familia es lo primero. Salvándolo de un fracaso de vida
como fue el suyo, y, sin saberlo, salvándose a sí mismo también.
El ángel de la muerte lo devuelve al
punto de partida del presente antes de conocerlo, alegrándose de que su pupilo
haya aprendido la lección. Y aquí, en los últimos momentos de la película, se
nos muestran emotivas escenas que realzan el mensaje de la historia.
En definitiva, una película que os
recomiendo. Pues a pesar de echaros unas risas, encontraréis mucha más profundidad
de lo que imagináis.
¡FELIZ LUNES!
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