¡Buenas tardes, lectores! Hoy quiero
hablaros de un tema que ha inquietado a la humanidad desde su existencia: los
sueños. Esa memoria que se crea de momentos “vividos” en un plano de
existencia al que transitamos cuando dormimos.
La ciencia ha estudiado
esto y la actividad cerebral, en concreto la neurociencia. En 1929, el
neurólogo Hans Berger introdujo el uso del electroencefalograma (EEG),
lo que permitió estudiar la actividad cerebral durante el sueño.
En 1953, los investigadores Aserinsky y
Kleitman descubrieron la fase REM (Rapid Eye Movement), asociada con
los sueños más vívidos.
En 1957, Dement y Kleitman confirmaron
que los movimientos oculares rápidos coinciden con la aparición de sueños.
Desde entonces, la neurociencia ha
avanzado muchísimo, estudiando cómo los sueños se relacionan con la memoria,
las emociones y el aprendizaje.
Lo cierto es que ya en la Antigüedad
clásica, filósofos como Aristóteles, Heráclito y Artemidoro
de Daldis ya reflexionaban sobre los sueños hace más de 2.000 años. Los
veían como mensajes divinos, símbolos del alma o señales del cuerpo.
Asimismo ocurría en el Antiguo Egipto
quienes tomaban los sueños como el mundo en el que tenían comunicación con los
dioses que guiaban sus vidas o les prevenían contra posibles desastres o
desgracias.
Fue ya durante los siglos
XVIII–XIX cuando se empezó a buscar explicaciones fisiológicas. Por
ejemplo, se pensaba que el sueño era causado por la fatiga o por cambios en la
temperatura corporal.
Por otro lado, tenemos explicaciones
metafísicas, describiendo los sueños como una dimensión adonde van
las almas a descansar del cuerpo y para regresar al mundo al que pertenecen y
donde buscan el consejo y guía de otras almas, guías espirituales, maestros,
familiares fallecidos, etcétera para aplicarlos a la vida terrenal.
Además, algunos sueños se conciben
como recuerdos de vidas pasadas tomados como una de las pruebas de la
existencia de la reencarnación.
En este terreno se encuentran muchas
explicaciones que resultan atrayentes al tiempo que abrumadoras. Además, si
investigas un poco, descubrirás la infinidad de variaciones de sueños que
existen y que la gente asegura haber vivido.
Un tipo de sueño inquietante es el
conocido viaje astral, aunque hoy en día hay quien lo provoca y practica
de forma consciente. Como supongo que una gran mayoría sabréis, un viaje
astral, también conocido como experiencia extracorpórea, es una
vivencia en la que se dice que la conciencia o el alma se separa del cuerpo
físico para explorar lo que se llama el plano astral, una especie de
dimensión paralela o espiritual. Algunas personas afirman tener la sensación de
flotar fuera del cuerpo e incluso de verse a uno mismo desde
fuera, como si estuvieras observando tu cuerpo dormido. Otros hablan de verse “volando”
por el cielo sobre lugares preciosos, cargados de naturaleza llena de colores
vivos, o de sobrevolar ciudades, rascacielos... Una sensación parecida a la de
ser un pájaro surcando la inmensidad del cielo.
También se habla de la comunicación
entre almas que mantienen una relación en el mundo terrenal. Es decir, que,
a veces, nos comunicamos con las personas con las que tenemos un vínculo o nos
relacionamos en nuestra vida diaria. Algunas personas afirman que un alma puede
llegar a comunicar un sentimiento, una pena o un problema que no es capaz de
expresar en la vida terrenal, pero que sí lo hace en el mundo onírico; y que
esa conexión realmente se está dando entre esas dos personas de manera “inconsciente”.
También existe la relación con otras
almas desconocidas, al menos en la vida terrenal. Hay personas que afirman
haber soñado con alguien que no conocían, haberse relacionado y años después
haberse encontrado con esa persona en el mundo real y reconocerla.
Existe también la relación y
comunicación con seres queridos o familiares fallecidos. Todos tenemos la capacidad
de ver a nuestros familiares en sueños, quienes en cierta forma alivian nuestro
duelo. Pero algunos incluso afirman haber desarrollado la mediumnidad onírica.
Capacidad que otorga la posibilidad de comunicarse verdaderamente con
fallecidos u otros seres de luz en sueños y recibir mensajes de ellos.
En ocasiones, hay personas que
experimentan vivencias que nunca llegaron a experimentar en la vida real, (cosa
que suele atribuirse a recuerdos de vidas pasadas) como: tener un accidente de
autobús o de coche, volar en avión, recibir un disparo o navajazo, visitar una
ciudad que nunca visitó en la vida real, oler un perfume, sentir el tacto de
una mano, comer algo que nunca comió en la vida real y ni conoce, etcétera.
La ciencia explica que en los sueños
no es posible que ocurran este tipo de cosas. Es más, es raro que se puedan
tener percepciones físicas. Es entonces cuando uno se pregunta, ¿y entonces
cómo es posible que haya gente que sí pueda? Todo un misterio… ¿Son realmente
sueños?, ¿son recuerdos?, ¿son vivencias en otro plano de existencia?
Nadie puede responder con exactitud a
esas preguntas. Igual que tampoco pueden justificarse la existencia de los sueños
premonitorios en los que el durmiente ve una situación o vivencia que
termina ocurriendo en el mundo real tarde o temprano. O tal como ha pasado a lo
largo de la historia con las profecías. Catástrofes, desastres y
terribles acontecimientos visionados en sueños que han terminado cumpliéndose
en el mundo real en algún momento de la historia.
Cada uno es libre de pensar y creer
lo que quiera; para eso está el saber. Este tema es tan misterioso y
controvertido que yo utilicé algunas variantes en mis novelas de la trilogía
de los enigmas. Quienes las hayáis leído sabéis a qué me estoy refiriendo. Para
los que no, os haré una breve referencia.
En El enigma del laberinto
perdido (The Enigma of the Lost Labyrinth), utilicé los sueños
como recuerdos de vidas pasadas no solo para que el lector pudiera tener otra
fuente de datos de la historia y hacerse una idea de cuál era el tema oculto de
la trama, sino también para poder explicar la teoría de la reencarnación y
cuales eran sus posibles manifestaciones como más adelante se revela en el
libro. Es así como Alison y Daniel tenían un extraño y fuerte vínculo en el
mundo onírico sin ni siquiera saberlo ni ser conscientes de ello, pero que, sin
duda alguna, extrapolaban al mundo real.
En Legados del Más Allá
sigue la misma tónica, al igual que en El cuaderno de Naunet
aunque en esta última entrega introduzco dos nuevas variantes.
La primera de ellas hace referencia a
la mediumnidad onírica. Ya sabéis que Alison es una mujer especial que tiene dones
espirituales. En esta entrega, despierta su capacidad de comunicarse con
espíritus mientras duerme, lo cual la abruma hasta que logra comprender qué le
ocurre. Gracias a ello consigue descubrir cosas muy importantes de la vida de
James Clark. Incluso, sin ella saberlo, es capaz de comunicarse con el alma de
un hijo aún no nacido (teoría que fundamenté en las vivencias similares de
mujeres que han afirmado ver a sus futuros hijos y comunicarse con ellos en
sueños antes de quedar en estado).
La segunda, a la capacidad de
comunicarse con otro alma en sueños para poder transmitirle un mensaje. Todos
sabemos que la conexión espiritual entre Alison y Daniel viene de muy lejos, y
esto les da a ambos la suficiente capacidad psíquica como para poder
comunicarse mentalmente ya sea despiertos o en sueños. Alison logra contactar
con Daniel cuando está en apuros y no sabe nada de él; y consigue averiguar en
qué condiciones se encuentra.
Dicho todo esto, acabo por hoy el
debate. Soy consciente de que este tema podría dar horas y horas de
conversación tanto a nivel científico como a nivel metafísico, pero creo que se
ha vertido suficiente información por hoy sobre el tema. Espero que os haya
gustado y os haya suscitado el interés de investigar también por vuestra
cuenta.
¡FELIZ FIN DE SEMANA!
Para
cualquier duda o consulta:
contactonuriaelisabeth@gmail.com