viernes, 24 de noviembre de 2023

VIAJE ÁVILA


Hoy voy a hablaros de un viaje que hice a Ávila hace muchos años con mis padres, pero que recuerdo como si fuera hoy. Voy a contaros mi experiencia y los lugares que visité. 

Ávila es un municipio y ciudad española, capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Esta ciudad es conocida por sus murallas medievales intactas, con más de ochenta torres semicirculares almenadas y nueve puertas, como la puerta abovedada del Alcázar, en el lado este. Es digna de ver por la noche cuando las luces dan un ambiente mágico a las murallas.

Recuerdo cuando llegamos al hotel donde nos hospedamos. Estaba construido sobre un convento antiguo y había partes intactas de la estructura que se habían mantenido y estaban integradas en la nueva estructura. De esta manera, se entremezclaban los estilos a lo largo del complejo y eso me sobrecogía. El hecho de pensar que estaba durmiendo en lo que había sido un antiguo convento me estremecía sobremanera. Con la imaginación que tenía, no dejaba de pensar en frailes y monjas que hubieran podido pasear por las habitaciones y el jardín. Miraba los muros antiguos y sentía su magia intacta, su energía. Recuerdo que el muro exterior del cuarto de baño conservaba el muro auténtico de piedra del convento y la ventana era una vidriera. La luz que se filtraba era de colores. Tenía un toque mágico a la par que misterioso. 

El hotel estaba cerca de la catedral, así que la visitamos enseguida. Es considerada la catedral más antigua del gótico español. Empezó a edificarse en estilo románico, pero más tarde el maestro Fruchel se hizo cargo del proyecto y construyó una de las primeras catedrales góticas de Castilla.





Recuerdo pasear sobrecogida por el inmenso monumento, mirando cada rincón, cada columna, cada vidriera. Podía haber estado horas observando todo. Me encanta. Es impactante la capacidad del hombre para crear tanta belleza. Caminé por cada nave hasta detenerme ante el coro y el claustro. Después observé la capilla mayor y perdí la mirada en el retablo de Vasco de la Zarza. Admiré las pinturas de Berruguete y Juan de Borgoña. Por supuesto, me detuve en la girola ante el sepulcro de El Tostado, la obra cumbre de Vasco de la Zarza.




También recuerdo haber observado y admirado la grandiosidad de las murallas. Sentirte cercado por esos muros intactos, supervivientes al tiempo, te hace sentirte dentro de un cuento de hadas medieval y más aún porque en aquellos momentos había un mercado de ambientación medieval por las calles y junto a las murallas.




Por último, uno de los recuerdos más vívidos es la visita al convento de Santa Teresa de Jesús. El gran icono de Ávila y de la escritura mística. Muchos de vosotros, si habéis estudiado arte, la conoceréis por la escultura de Miguel Ángel: El éxtasis de Santa Teresa. Pues bien, aquello fue una experiencia extrasensorial. Primero visitamos la basílica que fue levantada sobre la casa natal de la Santa. La iglesia es de estilo Barroco Carmelitano y algo que me llamó la atención fue el hecho de que el Altar mayor no seguía la orientación litúrgica establecida porque se construyó de forma que coincidiera con los aposentos donde había nacido Teresa de Jesús. Recuerdo que me impactó ver enfrente de la capilla de Santa Teresa la “huertecita donde la Santa hacía sus ermitas”. Después entramos en el museo de Santa Teresa, ubicado en la cripta abovedada de enterramientos que se haya bajo la iglesia. La iluminación y el hilo musical te hacían estremecer nada más entrar; te preparaban para un viaje en el tiempo, para adentrarte en la vida de Santa teresa, en sus pensamientos, en sus sentimientos. Paseas por su infancia al ver el jardín donde jugaba y te acercas a su madurez espiritual cuando contemplas la celda de San José donde escribió gran parte de su obra. Yo tenía la sensación de estarla visionándola, de sentir su energía impregnada entre aquellos muros. Conecté con sus mensajes. Me ocurrió algo curioso y es que, mientras observaba textos, lienzos, etcétera, de pronto, la luz se apagó donde yo me encontraba y permanecí allí, a oscuras durante unos segundos, sobrecogida. No sé si fue casualidad, pero es algo que nunca olvidaré. Cabe destacar el grupo escultórico “el Cristo atado a la columna y Santa Teresa de Jesús” de Gregorio Fernández. 










Espero que os haya gustado este pequeño viaje por Ávila. 


Os dejo un vídeo que encontré en YouTube que muestra Ávila y su belleza: 




Aquí os dejo uno de los más célebres poemas de Santa Teresa de Jesús: 


Vivo sin vivir en mí

Vivo sin vivir en mí,

y tan alta vida espero,

que muero porque no muero.

 

Vivo ya fuera de mí,

después que muero de amor;

porque vivo en el Señor,

que me quiso para sí:

cuando el corazón le di

puso en él este letrero,

que muero porque no muero.

 

Esta divina prisión,

del amor en que yo vivo,

ha hecho a Dios mi cautivo,

y libre mi corazón;

y causa en mí tal pasión

ver a Dios mi prisionero,

que muero porque no muero.

 

¡Ay, qué larga es esta vida!

¡Qué duros estos destierros,

esta cárcel, estos hierros

en que el alma está metida!

Sólo esperar la salida

me causa dolor tan fiero,

que muero porque no muero.

 

¡Ay, qué vida tan amarga

do no se goza el Señor!

Porque si es dulce el amor,

no lo es la esperanza larga:

quíteme Dios esta carga,

más pesada que el acero,

que muero porque no muero.

 

Sólo con la confianza

vivo de que he de morir,

porque muriendo el vivir

me asegura mi esperanza;

muerte do el vivir se alcanza,

no te tardes, que te espero,

que muero porque no muero.

 

Mira que el amor es fuerte;

vida, no me seas molesta,

mira que sólo me resta,

para ganarte perderte.

Venga ya la dulce muerte,

el morir venga ligero

que muero porque no muero.

 

Aquella vida de arriba,

que es la vida verdadera,

hasta que esta vida muera,

no se goza estando viva:

muerte, no me seas esquiva;

viva muriendo primero,

que muero porque no muero.

 

Vida, ¿qué puedo yo darle

a mi Dios que vive en mí,

si no es el perderte a ti,

para merecer ganarle?

Quiero muriendo alcanzarle,

pues tanto a mi Amado quiero,

que muero porque no muero.


No hay comentarios:

Publicar un comentario