No hay nada como una
buena sorpresa, ya sea para comenzar el día con entusiasmo, enderezarlo a mitad
de este o arreglarlo al final del mismo. Irse a dormir con una sonrisa pintada
en la cara o levantarse risueño como un niño en el día de Reyes. Un buen subidón
de adrenalina nos hace felices y dependiendo de cuál sea el motivo que nos lo
provoca, este estado puede prolongarse en el tiempo. Una diversidad de factores
pueden originarlo y uno de ellos, sin duda alguna, es la sorpresa. Algunas
personas pueden imaginarse al leer dicha palabra una caja envuelta con un
lacito rojo en cuyo interior repose algo material que deseen tener y,
efectivamente, un regalo podría ser una sorpresa, pero la vida está llena de
ellas y no necesariamente son materiales. Los pequeños detalles del día a día
marcan la diferencia: tu pareja puede sorprenderte con una cena romántica, tu
hijo puede comunicarte que aprobó un examen, tu perro puede despertarte con su
particular beso, tu amiga puede darte una buena noticia…, etc.
Incluso los libros están
llenos de sorpresas. Puedes estar leyendo uno que piensas que no va a aportarte
nada nuevo o que ya no va a causarte sensación porque crees que has descubierto
el secreto que guarda y de repente, ¡SORPRESA! Todo da la vuelta y te deja del
revés y sonríes.
Sorprende a la gente que
quieres y déjate sorprender hasta en el más mínimo detalle.